Os carteiristas do Lerez

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LOS CARTERISTAS se dedicaban, como ahora, al “robo de carteras de bolsillo y otros venerandoobjetos que se suelen portar en bolsillos o bolsos” sin violencia, un robo al descuido. A orillas del río Lérez hace cien años existió un lugar en el que ser carterista estaba al orden del día. Eran conocidos de la policía los nombres de Marcial Pérez, ‘El rana’, Laureano García, ‘El rubio’, ‘El valenciano’, Dalmiro, Víctor Torres, ‘Catro ollos’, ‘Largas tierras’, Darío García, Ramón Magdalena, José Salgueiro y Constantino Ferreira.

Pero el decano, Venerando Fernández González, que nació a finales de mil ochocientos en Nogueira de Ramuín, se conocía por los apodos de ‘Robin Hood’ o ‘El Padrino’. Era hijo de Francisco Fernández Lafuente y Rosa González y se casó en Barro. Venerando fue un personaje muy singular en Lérez y Barro “porque no actuaba en la zona y solía ayudar a la gente”. Era muy educado, vestía de traje, conducía un Pacard y tenía un criado llamado Adonis.

Se dice que creó una escuela de carteristas en Lérez donde instruía a los nuevos aspirantes en técnicas que requerían mucha habilidad y trabajo en equipo. La única persona que se atrevió a robar al propio Venerando fue ‘Largas tierras’, otro carterista que un buen día accedió a su casa y sustrajo cuatro mil pesetas y otras tantas en alhajas. Hubo disparos y ‘Largas tierras’ resultó “ligeramente contusionado” en el vientre por herida de bala. Venerando, según dicen, hábilmente se arrimó al poder, tanto es así, que se asoció con el cura Don Leandro del Río en negocios un tanto turbios y durante los primeros años del franquismo se convirtió en confidente de la policía de Pontevedra.

Los carteristas de Lérez entraban con frecuencia en la cárcel, cuando los detenía cumplían la «quincena», que eran quince días de arresto. Se desplazaban por toda Galicia, en especial Santiago cuando estaba en fiestas. También frecuentaban los trenes Vigo-Santiago y si eran descubiertos llegaban a tirarse a la vía con el tren en marcha para salvar el botín.

Conocido de la policía también era Manuel Couto que con solo 18 años ya se hacía con buenos botines de paisanos distraídos. Compartía fechorías y detenciones con Delmiro y ‘Catro ollos’. Robaban en equipo y cada uno cumplía su función: el que distraía, el que robaba y al que se lo pasaban. Hoy en día en los autobuses y el Metro de Madrid, en hora punta, usan los mismos métodos. La primera mujer carterista de Lérez, que aparece en prensa en 1911, es María Pérez Rodeiro a la que detienen en el Cine Fraga y tiene un papel destacado Rosalía Solla, tabernera del Lérez, a la que se multa con 500 pesetas por ocultar carteristas en su bar.

Las batidas en la parroquia del Lérez estaban al orden del día, en la de 1916 los carteristas se enfrentaron a las fuerzas del orden abriendo fuego, al ‘Rana’ lo detienen escondido en un regato y a los demás se les pierde la pista río arriba. También eran frecuentes las peleas entre ellos como la ocurrida la Nochebuena de 1917, en la que surgió una discusión en una taberna mientras oían música de gramófono, entre Adolfo Lorenzo, ‘Adolfito’, y Antonio Vázquez a causa de la hija de este. Vázquez “largó dos puñaladas al Adolfito, cayendo este bañado en sangre, por lo que en estado grave fue trasladado al Hospital”, mientras el agresor se dio a la fuga. A Adolfo Lorenzo le dan el alta después de veinte días hospitalizado por dos puñaladas en el pecho y el agresor Antonio Vázquez, que había sido detenido, fue puesto en libertad.

Durante los años veinte el negocio del robo se había extendido y ya se habla de carteristas, ladrones, paqueteros y mecheros (ladrones de tiendas). Aparecen nuevos nombres y apodos en el Burgo-Lérez como los de José Otero Romero, Francisco Sánchez Lora, ‘Cuatro ojos’, Severino Gómez Pacheco, ‘Cameron’ , Pedro Lafuente y mujeres como Carmen García, Hortensia Vázquez, ‘Furona’ o Carmen Carballeda, ‘Chabiqueira’ . El cerco policial mediante batidas se estrecha tanto que los cacos tienen que esconderse fuera del Lérez pero terminan volviendo de manera discreta a sus casas.

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